Presentación

Padres que no son nadie

Simples personas, sabes que tienes lazos de sangre con ellos. Pero nada más, para ti no son nadie, solo compañeros de piso, con los que no te queda más remedio que convivir y son los que te mantienen.

El cariño que les haya tenido en un pasado, desapareció. Por el hecho de ser parientes, no significa que les quiera automáticamente, y ése es su mayor error. Olvidaron recordarme que me querían, olvidaron alentarme por cada triunfo que conseguía, obviaron los problemas que tenía por ser tonterías, y aún peor, me usaron para vanagloriarse frente a amigos y familiares.

Poco a poco apagué la voz, y dejé de contarles nada. Buscando excusas, evitando las conversaciones, cambiando de tema, actuando a sus espaldas, y evitando sus opiniones sobre cualquier asunto, decidiendo yo solo.

Es más triste todavía que el silencio comenzara a los 12 años, y durante 8 años o más que la mente humana sea tan inocente como para tener la esperanza de que muestren algún tipo de alegría ante una buena noticia. Da igual sobre qué y el esfuerzo que haya hecho, lo malo de ser bueno, es que dan por hecho todo.

Si saco buenas notas, ellos ya sabían que lo haría, si gano algún premio, ellos ya sabían que lo conseguiría, si consigo alguna meta, ellos ya sabían que lo alcanzaría, porque para ellos todo lo puedo, y nada de lo que consiga les sorprende ni les arranca una sonrisa, y mucho menos un simple enhorabuena.

Pero si hago algo mal, si algo no lo consigo, su respuesta es rápida, acusándome de vago sin pensar siquiera en los motivos de ese fracaso. Y yo me pregunto, ¿para qué sirve tanto esfuerzo, tanta dedicación, si al final no te reconocen el esfuerzo ni comparten tu alegría?

Y encima, horas más tarde, ver cómo fardan ante sus amigos con mis logros como si no me costara nada conseguirlo y pecando de falta de humildad, presuponiendo que soy el número uno y robando el mérito de profesores u otras personas que me ayudaron.

Si sólo fuera eso en lo que fallan, no tendría el odio que les tengo, odio que apenas nadie es capaz de entender y confunden con una rabieta infantil.

No son nadie, solo compañeros de piso, con lazos de sangre, y con quienes no me hablo y evito que sepan nada de mí.

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