Presentación

Bajo de ánimos

Ese momento en el que las fuerzas te abandonan,
el momento en el que los párpados te pesan
y agachas la cabeza acompañando los hombros.

Ese momento en el que te pesa todo
y sumisamente te doblegas, derrotado.
Con desgana sigues en la vida.

Simplemente cansado, solo quieres marchar
de cualquier lugar lleno de alegría
y refugiarte tranquilo en tu rincón.

A veces quisieras pedir perdón,
a veces entierras tu dolor,
muchas veces al borde del llanto.

Nada te anima, horrible sentimiento
que cada vez más te hunde en el fango.
Lo sabes, sabes que tienes que seguir.

Hay que seguir, por las ganas de vivir
aunque desaparece en un mundo sin fin.
No tienes otra alternativa, luchar.

Estás cansado, herido, agotado,
pero la vida no nos deja otra meta.
Y aquí estamos.

Arma en mano, mirada fija al campo
donde todos están muertos o huyeron,
semihundido en el barro.

Las lágrimas se confunden con la lluvia,
cuyas gotas resbalan por el brazo, acariciando el arma
y recordándote que tienes que seguir.

Aunque ya no haya ganas de reir,
siquiera de sonreir,
ni ganas de mirar... ni vivir...

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Amor vs Razón

Tan típico que tu corazón diga una cosa
y tu razón la contraria para joder.
Tantas veces que la gente arriesga
y consigue dulces finales,
de cuentos de hadas.

Pero cuántas veces que arriesgas,
y terminas destrozado en algún rincón,
llorando sin consuelo y esperanzas
mientras odio y rencor buscan tensión,
guerra, sangre, venganza...

Dime tu... razón...
o amor...
muy difícil, no contestes tan rápido
tú, que con tu compañía dices amor
y tú, con tu dolor dices razón.

El amor nos dice adelante,
nos dice todo lo bueno
de estar a su lado.
Y la razón nos indica
porqué tenemos que huir.

Muchas veces nos cegamos, creemos en cuentos
y volamos en nuestro mundo. Mira,
solo mira, el lado del amor y la felicidad,
y el lado del dolor y del desgarro.
¿Qué decides? ¿Amor, dolor?

Seguirás a la razón, que escuece,
y te aparta, manteniendo tu corazón
latiendo y con vida aún con espina.
O seguirás al amor, que da dos caminos
ninguno con garantías y con nieblas.

Puedes llegar al paraíso,
meta que perseguimos.
O llegamos al infierno, mal lugar
que no vemos llegar sin levantar niebla.
Dime tu... ¿qué escojes?

Yo, acurrucado en mi rincón,
llorando y maldiciendo.
Todo porque fuí débil,
porque me dejé llevar sin más,
porque no escuché a la razón.

Y lo sabía, sabía que llegaría
al infierno que todos temen.
Ahora busco liberar mi corazón,
rompiendo las espinas que le rodean
sin soltar la rosa que tanto quiero.

Porque la quiero...
porque sin ella no vivo,
y con mimo la cuido.
Dime... como hago para olvidar,
y seguir a la razón, en contra del amor...

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Un lugar llamado Hogar

Tus piernas se resienten,
por tus manos pasan mil cosas,
y por tu mente más de lo que desearías.

Deseas un lugar donde descansar,
donde olvidar el estrés y las preocupaciones,
deseas un lugar, donde tú eres el amo,
y haces lo que quieres, donde te relajas,
y difrutas...

Un lugar llamado Hogar...
sinónimo de paz, tranquilidad y amor.
Con agradable compañia, reconfortables sitios
y buenos recuerdos... ese, es tu hogar.

El hogar es tu casa,
pero tu casa no es el hogar...
con una lágrima brillando en la mejilla,
te refugias en un rincón que rodeaste de muros,
con la esperanza de descansar al menos...

Bajo tensión vigilas tus movimientos,
y evitas todo contacto, cual sombra te deslizas
para obtener aquello que necesitas,
y corres a tu refugio, intentando que no te salpiquen.

No te pares, siempre hay un hueco
donde los malos pensamientos se cuelan,
y por mucho que tapes, éstos entran,
destrozando todo lo que tienes.

Y se van por un rato, dejándote
en medio del caos y con una pregunta:
¿es éste mi hogar? ¿éste es el lugar de
donde escapas del mundo? ¿Donde cuerpo
y alma descansa olvidándolo todo?

No, éste no es mi hogar.
Es como intentar descansar en campamento enemigo,
éste, es el hogar de las lágrimas,
el hogar del odio, de la rabia,
el hogar de la batalla y las heridas.

No sé que es la paz, ni la tranquilidad,
ni el silencio...
No tengo hogar, sólo un lugar.
Donde como, duermo y vigilo mis espaldas.
Perdón por el lugar donde estuve tanto tiempo,
por la gente, con la que debería estar.
Pero no es mi hogar...

Con mis más preciadas posesiones,
cruzo la puerta y fijo la mirada al frente,
en busca de un lugar... de un hogar...
donde sentirme en paz y descansar...

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