Presentación

El consuelo del llanto

Llorar, llorar, llorar y llorar,
dicen que alivia las penas
y es cierto, yo lo compruebo,
pero no es un consuelo.

Temblando en una cálida cama,
tensando todos y cada uno de los músculos,
gritas en tu mente, te cabreas,
nada bueno piensas de los demás.

yY de repente
rompes a llorar,
lloras, y lloras, y lloras,
todo enseguida se empapa,
de nada sirve secarte las lágrimas
con el revés de la mano
de lo mojado que está.

Porque sabes que no es así,
nadie más que tu tienes la culpa,
te enfadas con los demás,
porque no quieres sufrir.

Todo ese dolor que no cabe,
que revienta en tu corazón,
y te grita incesantemente,
se ve en las lágrimas.

Agua salada que te delata
y muestra el embravecido mar que te agita,
a pesar de esforzarte por mostrarlo en calma.

Te calmas, tarde o temprano,
y las lágrimas terminan secándose.
Tu alma reposa de nuevo,
el llanto surte efecto,
pero solo en apariencia.
Dentro de ti, las aguas siguen revueltas.

¿Donde está el consuelo prometido?
en ningún lado, en ningún momento,
el golpe de dolor pasa
pero el sufrimiento no,
todavía está ahí,
intentando partirte en dos...

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