Presentación

Preguntas que no quiero responder

Si a esto se le llama felicidad, no quiero perderlo, y menos después de un infierno. Es simplemente, tener ganas de hacer cosas, de salir y disfrutar de un paisaje al sol en vez de esconderse entre las sombras, intentando fundirse en ellas y desaparecer para siempre...

La vida es demasiado grande y compleja como para intentar abarcarla en una definición, pero esa definición existe, en mi mente y sin palabras, pero existe, y es algo hermoso, algo imprescindible y lo único que se nos regala. Aquellos que estuvieron a punto de perderlo, sabe de lo que hablo, y entienden también la mayoría de ellos, el significado de la frase "He tenido suerte, nada en la vida me fué fácil"

Con cosas así, entiendes la filosofía del taoísmo, la filosofía de todos aquellos guerreros samuráis, la de los ninjas, el espíritu luchador de cada uno...

Dime tú, ¿crees que alguna vez perdiste la felicidad? ¿Crees que tienes espíritu de lucha para hacer frente a todo? ¿Crees que conoces el significado de la frase, o incluso el significado de la vida?

Yo pude contestar a esas preguntas, y a las tres, es un sí. Perdí la felicidad a los diez años de una manera terrible, desde entonces me obligaron a luchar aunque no quería, en unas circunstancias horrorosas. Después de seis años sufriendo ataques tras ataques, aprendí a luchar, supe lo que significaba y lo que era un espíritu guerrero, y empecé a aprender a luchar, aunque tardé un año o dos más hasta que pude ponerme al nivel y luchar de verdad. Nueve años después, encontré algo de felicidad, y fué sencillamente la respuesta a las dos preguntas de lucha y de vida.

Después de tantos años, descubro todo lo que perdí en la batalla, todo lo que realmente sucedió, y me entran ganas de llorar, cuando recuerdo aquellos momentos en los que suplicaba literalmente unos minutos en los que tuviera al lado alguien con quien estar, ya ni siquiera hablar, ni que fuera siquiera un amigo... aquellos momentos en el que el simple hecho de que me saludaran o me miraran o estuvieran a mi lado unos segundos, cumplieran mis mayores expectativas, tal era mi soledad.

Por fortuna, pude dejar todo eso atrás, aunque esas mismas acciones siguen siendo un tanto escasos y me alegran mucho como de antaño, pues quieras que no, tras ocho años, uno se olvida de sociabilizarse, aparte de no haber aprendido como relacionarse. Me perdí todo contacto social y ya no sé como acercarme a la gente, como mantener una simple relación amistosa, como comportarme ante el contacto físico...

Lo que parecen simples tonterías para el que tuvo vida social. Pero, ¿cuántos casos hay de alguien que se queda solo ocho años? no de simple soledad de no tener amigos pero de seguir interaccionando con la gente, sino del extremo de apenas ver a gente ni hablar, incluso perdiendo la práctica del habla (miedo me dio cuando me dí cuenta de que no podía hablar con normalidad, que me trababa, no me salían las palabras, y asustarme ante el sonido de mi propia voz...) Estoy en una carrera contrarreloj para volver a ser alguien más y no un fantasma...

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